Redes que tejen esferas
Opinión · Jueves, 01 de Septiembre de 2011
Hace unos días, en un lab que organizamos sobre conocimiento e Internet con compañeros de dit, surgió un concepto que para mí era nuevo: la noosfera, o la idea de un nivel de conocimiento/consciencia colectiva que sólo gracias a la red se está desarrollando. Comprender la sociedad del conocimiento basada en la tecnología es fundamental para nosotros, puesto que el turismo no discurre ajeno a la realidad en que se desarrolla. Resumo a continuación algunas de las reflexiones sobre las que estaremos trabajando.
Conforme la economía, la sociedad o la cultura se reinventan en forma de redes globales, nuestro comportamiento, nuestros valores y nuestra propia identidad se adaptan y adoptan nuevas dimensiones en el plano virtual. Ya no somos los que éramos. Nuestro yo de hoy -quién sabe qué consideraremos que somos mañana- existe en su entorno físico y virtual, se construye a si mismo como un sistema orgánico de conexiones con otros grupos. Hoy nos asimilamos a la red, un medio plástico, que maleamos a nuestro gusto y que -en contrapartida- aprende a conocernos para darnos lo que queremos; sujeto y red en evolución permanente.
En la sociedad del conocimiento la conectividad se impone como el sistema de jerarquía. El nuevo marginado no es que el dispone de menos recursos, sino el que no participa del universo virtual. Me conecto, luego existo. Comunico y participo, luego influyo. Así construyo relaciones de poder. Puedo incluso convertirme en gurú si logro que suficientes internautas me sigan.
Vivimos un momento histórico, en el que conviven los moribuntur analógicos destinados a la extinción darwiniana -reconocibles por el uso frecuente de la palabra “adaptación”- con los nativos digitales, esa nueva especie que prácticamente nació con un dispositivo bajo el brazo y para quienes los procesos adaptativos son tan naturales que ni son. Entre todos alteramos nuestra manera de trabajar, de relacionarnos o de informarnos, pero también nuestras prioridades, valores y referencias. Sin distinción entre hombres y organizaciones porque, en la red, las reglas del juego de cada momento son comunes a todos.
En unas pocas décadas de evolución digital ya generamos dentro de la red y como una red más conocimiento que en toda nuestra historia previa. Por primera vez en la historia de la humanidad disponemos de una herramienta que nos interconecta globalmente, a un nivel cada vez más profundo. La humanidad comparte experiencias en tiempo real. Mediante las redes de comunicación trascendemos nuestra individualidad y nos integramos en la noosfera, el ecosistema del pensamiento que nos envuelve y que apenas comenzamos hoy a intuir.